Page 201 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Por lo general, nadie logra encontrar este lu‐

               gar sino al cabo de mucho tiempo. Es condenada‐

               mente  difícil  —asintió  Jerónimo—.  Aunque,  natu‐


               ralmente, todos acaban por encontrarlo, cada uno a

               su manera. Podemos considerarnos privilegiados.

                      —¿Privilegiados...  por  ir  al  encuentro  del  De‐


               monio? ¿Qué clase de demonio? —exclamó Denise,

               y cuando cayó en la cuenta, agregó—: ¡Ah, no!

                      —El  Diablo del Bosco —dijo Sean—. El  devo‐


               rador  de  almas,  azul,  con  cabeza  de  pájaro,  sobre

               su excusado en forma de trono. Si el Dios se man‐


               tiene fiel al cuadro, así habrá de ser.

                      —Ya  lo  decía  yo—asintió  Jerónimo.  —Mirad

               allá, al horizonte. ¿No veis? Forzaron la vista. Sin


               embargo, ni Denise ni Muthoni lograron distinguir

               otra cosa sino una vaga cúpula blanca que se desta‐


               caba sobre el horizonte.

                      En cambio Sean sí veía con bastante claridad lo

               que era. Las tinieblas del Infierno, ¿Hervirían prin‐


               cipalmente para forzar una evolución de la vista...

               y de la visión interior? ¿No decía un antiguo afo‐

               rismo: Nihil erat in intelectu quod non prius in sensu.


               Nada  puede  existir  en  el  intelecto  si  antes  no  ha

               existido  para  los  sentidos?  Allí,  el  medio  sensible

               (la oscuridad visible, el calor insoportable, incesan‐


               te) anitaba los sentidos de uno a paradojas. ¿A fin




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