Page 205 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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amplia  trayectoria  circular,  cuyo  centro  era  el  le‐

               jano bulto blanco.

                      Ahora se revelaba un ancho cráter débilmente


               iluminado por los fuegos que ardían en su fondo;

               bajo  aquella  luz  incierta  se  divisaban  máquinas,

               aparatos.  Una  y  otra  vez,  un  grito  estremecedor,


               delirante, surgía débilmente de aquellas profundi‐

               dades.

                      La cabeza en forma de casco se aproximó a la


               de Sean.

                      —Bienvenido  a  la  unidad  de  verificación  de


               aumentos  —cacareó—.  ¿Qué  vamos  a  verificar

               primero? ¿Tus testículos, a lo mejor? ¡Se nos estro‐

               pean tantos peregrinos en el camino hacia el ban‐


               quete  de  nuestro  Amo!  Pero  tú  hueles...  a  crudo,

               desde una hora de distancia. Sin adobar, sin salar,


               sin rellenar, sin ablandar. Tendremos que arreglar

               eso. Tal vez haya que empezar con pasarte una es‐

               taca por el recto.


                      El demonio plegó las alas y se dejó caer como

               una  piedra;  las  alas,  delicadas  en  apariencia,  se

               abrieron de nuevo con un estampido ensordecedor


               para frenar la caída cuando parecía que iba a estre‐

               llar el cuerpo de Sean, inmovilizado de pies y ma‐

               nos,  contra  el  fondo  del  cráter,  quizá  para  ablan‐


               darlo un poco. La red se abrió dejándole suelto.




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