Page 200 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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se  halló  fuera  del  rumbo.  Siguió  andando,  ahora

               con los ojos cerrados, y no se detuvo hasta que tro‐

               pezó  con  Denise,  que  se había  apartado  una  trac‐


               ción de segundo demasiado tarde. Había dado una

               vuelta completa.

                      Cayó en brazos de ella, tambaleándose y rien‐


               do, y movido por su propio impulso le dio un beso.

                      —Inténtalo tú misma, chérie. Estamos en el in‐

               terior de un horizonte que no podemos ver. ¡Pero


               nuestros  cuerpos  le  obedecen!  O  quizá  nuestras

               mentes;  imagino  que  será  un  horizonte  psíquico.


               Lo cual significa que estamos en buen camino para

               salir ¿no es cierto, Jerónimo?

                      Todos miraron al interpelado,  que asintió con


               la cabeza.

                      —Estamos  a  punto  de  caer  en  el  desagüe  del


               Infierno.  ¡Confiemos  en  que  no  esté  atascado!  Es

               posible  que  en  la  mente  de  Dios,  el  Infierno  y  el

               Jardín tengan la forma de una botella de Klein...


                      —El  desagüe  no  está  atascado.  Pero  tiene  un

               filtro. Ya sabéis quién es —dijo Jerónimo guiñando

               el ojo.


                      —El  único  y  verdadero  Diablo,  ¿no  es  cierto?

               ¿La prolongación de Dios en el Infierno? Obligado

               a ser su ayudante ¿no? Para el resto de las diablu‐


               ras, nosotros solos nos bastamos.




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