Page 202 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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de  que  el  intelecto,  que  no  admite  las  paradojas,

               pueda concebir la paradoja de un Dios?

                      Una estrella fugaz cruzó el cielo, como para re‐


               cordarle brevemente a Sean la existencia del espa‐

               cio, de un sistema solar extraño donde ellos, objeti‐

               vamente,  eran...  objetos  de  las  manipulaciones  de


               un  Dios  desconocido.  Pero,  qué  familiar  (aunque

               grotesco)  era  el  escenario  que  había  esculpido  Él

               para ellos...


                      Muthoni se frotó las manos.

                      —Conque,  de  ahora  en  adelante,  ¿siempre


               cuesta abajo, eh? Supongo que habremos acabado

               pronto. Sólo nos queda despachar con el Diablo...

               —añadió, mientras intentaba ver en la oscuridad.


                      —¡Lo  que  me  faltaba!  ¡Una  animadora!  —se

               lamentó Jerónimo.


                      —¡Bien! No ha sido tan abominable, si prescin‐

               dimos de la locura, del frío y del calor...

                      Jerónimo se frotó el vientre y parecía a punto


               de claudicar de nuevo.

                      —Eso  es  lo  que  me  preocupa.  El  recorrido  de

               energía mínima; la complacencia es el presagio de


               la caída.

                      —¡Al Infierno con eso! ——dijo Sean saliendo

               de  su  ensimismamiento—.  Vamos  cuesta  abajo


               porque no hay otro camino, Acabo de demostrarlo.




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