Page 210 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¿Budín blanco en un pellejo negro? ¡Eso es
pecado! Habrá que cambiar la piel del uno por la
de la otra.
Sean se mordió el labio.
—¿Cómo vais a evolucionar si sois tan crueles?
—exclamó—. ¡Así no lo haréis! ¡Nunca aprenderéis
a vivir!
El demonio portador de tijeras se detuvo en se‐
co.
—¡Ah! ¿Desde cuándo discute el budín? Pues
adivina adivinanza, salchichón mal embutido:
¿cuál es la única cosa del universo que tiene cruel‐
dad deliberada e intencionada? ¿Acaso no es el
hombre y la mujer? Por tanto, si somos delibera‐
damente crueles llegaremos por fin a hombres. ¡Ja!
Con grandes tijeretazos le esquiló a Denise la
rubia melena, que se introdujo por un agujero de
su visera. Una boquilla que tenía en la parte de
atrás expulsó un largo hilo dorado hasta hacer con
él un rollo, y con aquel mismo hilo, que había sido
el cabello de Denise, la ató bien fuerte. Luego tiró
de una de sus piernas, derribándola al suelo, y le
cortó el dedo pequeño de un pie, el cual entregó al
demonio cabeza de cabra para que lo degustase.
Denise estaba desmayada o se había quedado sin
sentido a consecuencia de la caída, y el diablo se
cansó de ella y dejó de hacerle caso.
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