Page 220 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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La máquina le contempló con atención.

                      —¿Cómo  puedo  convertirme  en  hombre?  —

               preguntó.


                      —¡Ah! ¿Conque ése es el santo y seña de hoy,

               eh? —se burló Muthoni—. Esto ya lo he oído otras

               veces.


                      La cámara apenas se fijó en ella.

                      —La mía es una pregunta seria.

                      —Voy a decirte una cosa, mi buena máquina.


               Todas vosotras sois descendientes del cerebro elec‐

               trónico de la astronave Copernicus, ¿verdad?


                      —Correcto.  Pero  hemos  evolucionado.  Hemos

               continuado por caminos separados a través de los

               océanos y las llanuras del Infierno.


                      —Bien, pues, ¿por qué no volvéis a uniros? No

               serás un hombre, pero serás tú mima. Al final ha‐


               brás realizado tu propia entidad.

                      —No podemos unir nuestros circuitos. Hemos

               de  mantenernos  alejadas  las  unas  de  las  otras,  ya


               que...,  nos  repelemos.  El  a  través  de  los  humanos

               como hemos de aprender a vivir. No hay otra ma‐

               nera.


                      —¡Ah!  ¡Por  eso  se  dispararon  aquellos  demo‐

               nios  corsarios!  —exclamó  Sean—.  Comprendo...,

               les produce dolor el estar juntas. Pero aquella ban‐


               da  había  perdido  esa  inhibición.  O  la  olvidaban

               traspasando el dolor a otras personas... Pero tal vez

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