Page 253 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Tercera Parte
El Edén
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Una mano alzó suavemente la muñeca de De‐
nise. Le tomaba el pulso. ¿O quizás inyectaba en
ella el pulso? La energía, la actividad y la vida
misma pasaban de aquellos dedos, a través de la
muñeca, a todo su cuerpo.
Abrió los ojos.
Un hombre cubierto con una túnica de color
rosa se inclinaba sobre ella. Iba descalzo. La túnica
era de lino, sujeta debajo del cuello por un broche
de oro. Lucía unos rizos dorados hasta el hombro,
una barba castañorrojiza más oscura y un delgado
bigote lacio. Tenía la nariz larga, la frente despeja‐
da y los ojos algo saltones.
Después de hacer lo que pareció un signo de
paz o de bendición, Él la hizo incorporarse hasta
quedar arrodillada y luego, soltándola, se alejó ha‐
cia el lindero del prado en donde ella había vuelto
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