Page 254 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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en  sí,  para  dirigirse  hacia  un  grupo  de  naranjos.

               Ella  descubrió  que  estaba  arrodillada  sobre  una

               pequeña elevación. Más allá de la arboleda se divi‐


               saba la orilla opuesta de un lago de aguas azul pá‐

               lido,  lisas  como  la  seda,  de  las  que  se  alzaba  una

               especie de obelisco rosado. Una orejuda liebre pasó


               dando brincos, pero se acurrucó y se quedó quieta

               al paso de Él.

                      Sentía su cuerpo limpio y lleno de vigor. Su ca‐


               bello  boticelliano  le  caía  otra  vez  sobre  los  hom‐

               bros, sobre los pechos, en suaves y dorados bucles.


                      —¡Oh!  —exclamó  llena  de  asombro  al  tocarse

               los rizos.

                      El pie lastimado..., estaba curado, y restaurado


               el dedo perdido.

                      —¡Espera! —quiso retener al desconocido que


               se alejaba.

                      Éste  se  volvió  y  la  miró  con  cierta  severidad.

               ¿O  tal  vez  con  admiración?  ¿La  contemplaba...,


               como a una posible esposa? Si Dios desciende a la

               carne, ¿hasta dónde querrá profundizar? Quizá se

               había  desposado  ya  con  ella  mediante  el  simple


               contacto de su mano en la muñeca de ella...

                      —Tú —dijo ella, castamente, un poco avergon‐

               zada.








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