Page 305 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¿Por qué hemos de magnificar al Señor? —se
preguntó cierto día Herr Professor Heinrich Strauss, y
en seguida se puso a tallar y a pulir la lente mas grande
que se haya visto nunca en el mundo, y el armazón para
sustentarla.
—¡O bien el Señor está muy lejos, o debe de ser muy
pequeño..., minúsculo, en realidad!
Luego lo pensó mejor y convirtió su aparato óptico
en un telemicroscopio: un instrumento que combinaba
en uno solo las funciones opuestas del telescopio y del
microscopio. Podía observar aquellos fenómenos que son
tan grandes y tan próximos que nadie repara en ellos
(como todo el ancho mundo, que su máquina reducía al
tamaño de un granito de arena), así como los que son tan
lejanos que se sitúan en la curva de los mismos confines
del cosmos, directamente detrás de la cubeta del observa‐
dor.
Un día, mientras contemplaba su propio occipucio a
través de varios miles de millones de años‐luz de distan‐
cia, gracias a la curvatura del cosmos (utilizaba luz de
taquiones), Herr Professor observó una diminuta figura
que bailaba y agitaba los brazos para llamar su atención.
Aumentando la magnificación un par de divisiones de la
escala logarítmica, tuvo la satisfacción de comprender
que aquél a quien observaba debía ser sin duda el Dios a
quien andaba buscando...
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