Page 333 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Knossos, el hombre vestido, estaba... cerca. El
otro hombre dotado de una vestidura de sabiduría.
Había absorbido tanto de ella que su espectro esta‐
ba recubierto de oscuridad. Pero algunos rayos de
luz lo atravesaban y le caracterizaban, como otros
tantos desgarrones de su túnica.
Sean se escondió detrás de un matorral, aun‐
que seguramente Knossos podía advertir su pre‐
sencia gracias a su propia ante del nuevo sentido.
En aquel momento, la urraca familiar pasó vo‐
tando, con su grito característico. El propio Knos‐
sos apareció en el prado. Miraba escrutadoramente
de un lado a otro. Sean «alió de su escondite y le
tomó del brazo.
—¡Ya te tengo, Heinrich Straum!
Knossos paseó la mirada sobre la túnica de
Sean y sonrió con ironía, sin hacer ningún intento
por soltarse.
—Sí, un pajarito me ha contado que estuviste
hablando con los alienígenas. ¡La pobre y vieja
horda mental! —Knossos meneó la cabeza con bur‐
lona compasión—. ¡Tanto poder y tan poco enten‐
dimiento! Parásitos culturales... Las demás vidas
cósmicas no desaparecen, ¿no lo sabías? Se perfec‐
cionan a sí mismas. Continúan.
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