Page 335 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Supongo que sabías todo eso por adelantado,
incluso antes de salir de la Tierra.
—¡Cuánto sarcasmo! No, Sean, no estoy loco.
¿Cómo podía conocer por adelantado la existencia
de la horda mental? Yo no tenía ni la menor noción
de lo que iba a ocurrir aquí. Pero aquí hallé el oro:
la piedra, el aqua nostru. La estaban usando mal; era
un poder no bien comprendido. ¿Te ha contado la
horda mental lo ocupada que estaba dando anima‐
ción a una raza de pájaros inteligentes, antes de
que llegásemos nosotros? Llevaban por lo menos
cien mil años haciéndolo, como un trabajo de relo‐
jería, repitiéndolo una y otra vez. Bien, eso quedó
abandonado..., salvo en el sentido de que algunos
de los de la horda mental que participaban en la
animación quedaron revestidos, digamos, de un
nuevo plumaje. Nunca se habían enfrentado antes
al espíritu viviente de una raza, a todas asas fuer‐
zas inconscientes tan violentas. La dinámica espiri‐
tual. Sólo contaban con la apariencia y con lo que
pudieran conjeturar acerca del espíritu y que les
servía pura la simulación. Todas las cortezas artifi‐
ciales que han construido deben de ser por el esti‐
lo..., a menos que alguna de ellas haya logrado po‐
nerse en marcha y empezase a evolucionar de ver‐
dad. A menos que la simulación se apodere de
ellos... cosa que, en el fondo, nuestros amigos ener‐
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