Page 334 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 334
—¿Ah, sí? Tienes una bola de cristal, supongo,
una línea directa con las demás razas trascendenta‐
les extraterrestres.
—Todavía no, pero la tendré. Lo mismo que
todos nosotros. Ahora, incluso la horda mental
puede progresar. Ya son peces y animales de san‐
gre caliente. Gracias a mis esfuerzos y a nuestra
presencia aquí, el proceso está en marcha. —Sonrió
con fingida modestia—. ¡Eso creo, por lo menos!
Saludó con una sonrisa al salmonete, y bendijo
con unción a su compañera humana.
—Pero esto debía de ser una colonia humana.
—¡Ah! Cierto, cierto. ¿Y para qué supones tú
que salimos a la galaxia, sino para transformarnos,
nosotros también, en algo sobrehumano, en algo
nuevo? ¿Cuál dirías tú que es la verdadera finali‐
dad profunda de la colonización? ¿Más Lebensraum,
más espacio para continuar con las actividades or‐
dinarias? ¡Ach! Cada nuevo mundo modifica a la
Humanidad, poco a poco, pero infaliblemente, has‐
ta que surge otra especie de seres. Los soles extra‐
terrestres, los biorritmos extraterrestres, la ecología
extraterrestre... No puede uno adaptarse a todo eso
sin alteración. Aquí el proceso se acelera, sencilla‐
mente, gracias a nuestros anfitriones, los de la hor‐
da mental.
334

