Page 345 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Pues sí. Ahora estamos desarrollando un
Dios, un estado de deidad en que entraremos to‐
dos.
—Me parece que no desempeña su papel de
muy buena gana.
—¡Enfermedades infantiles!
—¡No era necesario incluir un Infierno!
—¿Y cómo no? Sirve para clarificar, para desti‐
lar. Y no es eterno. La mayoría de las personas pa‐
san la mayor parte de tu tiempo, mientras recorren
la espiral ascendente, en el Jardín, Admitirás que es
bastante agradable.
Sean contempló los abundantes racimos de
moras, al alcance de quien quisiera servirse. Asin‐
tió.
—De todos modos, celebro que lo hayas men‐
cionado —continuó Knossos—. En caso de que tu‐
vieras que informar, la situación de aquí podría pa‐
recer algo, digamos excesiva, a las autoridades de
la Tierra. Me doy cuenta de que aun tardarían va‐
rios siglos en poder intervenir aquí y además, fran‐
camente, dudo do que pudieran, teniendo en cuen‐
ta los poderes que poseen los alienígenas. Pero es
posible que mis clones de las demás colonias deja‐
ran de ser considerados como comodines; los mira‐
rían como a víboras escondidas en su propio seno.
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