Page 346 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Estoy seguro de que la Tierra comprenderá
que lo hiciste todo por el bien común —dijo Sean
con ironía.
—Todos evolucionamos en saludable simbiosis
con los alienígenas, para mutuo e inmortal benefi‐
cio —asintió Strauss—. Luego el mundo podrá
convertirse por entero en Jardín y Paraíso. Pero,
¿contarle a la Tierra lo del Infierno, el crisol? ¡Ah,
no! Sería prematuro.
—¿Cómo puede hacerse Jardín un planeta que
no gira sobre sí mismo?
—¡Bah, Sean! Basta con hacer que gire, y ya
tienes el Milenio.
—Pero, ¿y el par de fuerzas...?
—Se trasladará al pequeño agujero negro que
existe en el centro de esta cáscara. Nuestros aliení‐
genas tienen grandes poderes, Sean. Lo único que
les pasa es que les falta un poco de finalidad, y por
eso toman prestada la de otras razas. Son camaleo‐
nes, o mejor dicho supercamaleones.
—¿Qué ocurrirá después del Milenio?
—¿Quién sabe lo que podrá escoger un mundo
de seres perfeccionados?
—¿Quizá tener hijos, al fin?
—¡Ah, sí! No quiero que los pequeños hayan
de pasar por el Infierno. Soy un hombre compasi‐
vo. De todos modos, la población adulta es bastan‐
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