Page 47 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 47

derosa,  o  si  ambas  cosas  eran  lo  mismo.  En  reali‐

               dad, Austin deseaba conocer los límites de la auto‐

               ridad divina. Como primer paso, no dejaba de ser


               lo más práctico.

                      —¿Me  pide  que  defina  a  nuestro  Dios?  Eso

               mismo es, precisamente, lo que nos tiene ocupado


               todo nuestro tiempo. ¡Y también le ayudamos a de‐

               finirse a Sí mismo, me parece! Para contestar lite‐

               ralmente a su pregunta, Él está en todas partes, en


               cuanto a la extensión, y particularmente en el Edén.

                      Aunque no era el primer paso que Sean hubie‐


               se emprendido, tal vez sería más útil conocer pri‐

               mero los límites propios..., y los de aquellos colo‐

               nos  amnésicos  y  sibaritas...  O  mejor,  saber  lo  que


               ellos imaginaban estar aprendiendo mien tras olvi‐

               daban la misión que les habían asignado en la Tie‐


               rra y se dedicaban a gozar en aquel paraíso.

                      Tres hombres hicieron aparición en la pradera,

               llevando a cada lado otros tantos soberbios ciervos.


               Entre todos transportaban una carpa, grande y lú‐

               gubre,  moteada  de  rosa  y  blanco.  Tenía  las  aletas

               pectorales  y  ventrales  demasiado  delgadas  como


               para soportar el peso del animal en tierra firme; en

               cualquier  caso,  el  pez  se  habría  tumbado...  ¿Ayu‐

               daba el Dios a aquella gente como ellos ayudaban


               al pez?




                                                            47
   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52