Page 51 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Si tiene algún nombre en particular, Él no
nos lo ha comunicado. Eso de preguntar Su nom‐
bre resulta un poco ridículo, ¿sabe? ¡No es lo mi‐
sino que preguntar el de usted, Athlone! —
Jerónimo sonrió con malicia—. Tal vez el hombre
vestido podría contestarle a eso. Él es Su confiden‐
te, yo no soy más que Su hombre caído. O así me lo
parece algunas veces.
—Y el planeta, ¿tiene algún nombre?
—El Jardín, el Paraíso y el Infierno..., así es co‐
mo le llamamos. Todo depende de dónde se en‐
cuentre uno. Tres mundos en uno.
—¡Ah! Y supongo que Dios también será una
trinidad. ¡Qué original! —se burló Tania.
Jerónimo se quedó mirándola.
—También podría ser un Dios dialéctico: la te‐
sis, la antitesis y la síntesis.
—¡Dame fuerzas!
—Lo hará. Y ahí arriba está el sol. Tenía un
número, ¿verdad? No consigo recordarlo.
—4H..., pero ¡bah! ¡Qué importa! —dijo Aus‐
tin—. Quienquiera que sea Él, desconectó nuestra
nave. ¿Dispone de mensajeros..., como esos duen‐
des voladores? ¿Hay manera de ponerse en contac‐
to con Él?
Jerónimo, en vez de contestar, contempló la
urraca posada sobre la rampa.
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