Page 45 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 45
¿no? —agregó Loquela, con un deje de incertidum‐
bre; al parecer, aquella palabra no evocaba ninguna
referencia concreta en su mente.
4
Sean debió olvidar la cantimplora de Muthoni,
o bien prefirió hacer caso de Jerónimo, pues regre‐
só con las manos vacías, precediendo a los otros
tres miembros de la tripulación. Denise contempla‐
ba el prado a su alrededor con evidente compla‐
cencia, y Tania con cierta inquietud nerviosa, como
sí el Dios de quien les había hablado Sean fuese a
surgir de pronto detrás de un matorral para inter‐
pelarla; en cuanto a Austin, procuraba mantener un
aire autoritario. Al observar el olvido de Sean, Lo‐
quela corrió hacia un matorral y regresó con una
grosella del tamaño de un melón, que ofreció a Mu‐
thoni. La keniata titubeó un instante, y luego la
mordió. El rojo jugo saltó por los aires y le manchó
el traje gris plata.
—¡Dios mío! Es maravilloso. ¡Mzurisana!
Con estas palabras, le pasó la grosella a Denise,
quien la probó y, a su vez, se la ofreció a Austin.
Pero éste hizo como que no se daba cuenta. Loque‐
la parecía fascinada por los rizos dorados de Deni‐
45

