Page 45 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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¿no? —agregó Loquela, con un deje de incertidum‐

               bre; al parecer, aquella palabra no evocaba ninguna

               referencia concreta en su mente.







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                      Sean debió olvidar la cantimplora de Muthoni,

               o bien prefirió hacer caso de Jerónimo, pues regre‐


               só  con  las  manos  vacías,  precediendo  a  los  otros

               tres miembros de la tripulación. Denise contempla‐


               ba  el  prado  a  su  alrededor  con  evidente  compla‐

               cencia, y Tania con cierta inquietud nerviosa, como

               sí el Dios de quien les había hablado Sean fuese a


               surgir de pronto detrás de un matorral para inter‐

               pelarla; en cuanto a Austin, procuraba mantener un

               aire autoritario. Al observar el olvido de Sean, Lo‐


               quela  corrió  hacia  un  matorral  y  regresó  con  una

               grosella del tamaño de un melón, que ofreció a Mu‐

               thoni.  La  keniata  titubeó  un  instante,  y  luego  la


               mordió. El rojo jugo saltó por los aires y le manchó

               el traje gris plata.


                      —¡Dios mío! Es maravilloso. ¡Mzurisana!

                      Con estas palabras, le pasó la grosella a Denise,

               quien la probó y, a su vez, se la ofreció a Austin.


               Pero éste hizo como que no se daba cuenta. Loque‐

               la parecía fascinada por los rizos dorados de Deni‐


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