Page 56 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Ante todo hay que averiguar de qué natura‐
leza es esa entidad extraña —dijo Tania con firme‐
za—. Ésta es nuestra mayor prioridad.
—Sí, habéis andado mucho camino —concedió
Jerónimo—. Por otra parte, Dios construyó un
mundo entero para nosotros. Vuestros intereses
son más bien secundarios. Además, ¿queréis lleva‐
ros esa noticia a la Tierra? Y luego, ¿qué? ¿Giras tu‐
rísticas organizadas? ¿Escribir a Dios invitándole a
enviar un embajador? Los contactos a ese nivel son
ridículamente inapropiados. Las condiciones de Él
son las únicas que valen.
—Pero, ¿no desean ustedes librarse de ese po‐
der? —preguntó Tania.
Jerónimo contestó apuntando con un gesto va‐
go a su alrededor.
—Ahora la ridícula es usted.
—¡Pero los seres humanos no son mascotas de
ningún zoológico de una entidad superior!
—Digamos entonces que es un jardín de infan‐
cia, ¿le parece? En realidad todos hemos hecho un
largo camino a partir del protoplasma primitivo. Y
todavía nos queda mucho por andar, sin que uste‐
des sean una excepción.
Loquela se impacientaba, agitaba los dedos sin
propósito aparente.
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