Page 86 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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más alargada hacia el cielo y acompañada de una
antena de color rojo más saturado, similar a una
larga hoja de agave, de bordes aserrados...
—¡Ah! No es esa roca. Pero vais por el buen
camino.
—¿Qué dice? —susurró Denise.
—¡Chist! —dijo Sean en voz baja—. Acabo de
darme cuenta.
—¿De qué?
—No vas a creerlo.
—Prueba a ver.
Pero Jerónimo acababa de presentar a Sean.
—Athlone —repitió él/ella, y le relucieron los
ojos, tras lo cual agregó en tono declamatorio—:
Hic opus, hic labor est. He aquí la obra, he aquí la la‐
bor. Knossos estará complacido cuando le alcan‐
céis. Le gustará escuchar una palabra griega como
ésa, aunque no la sepáis pronunciar bien, y aunque
nunca haya sido griego en realidad.
—¿No lo fue? —preguntó Denise.
—Tal vez sí, y tal vez no.
—¿Qué es eso de que no lo pronunciamos
bien? —inquirió Sean.
—Tu nombre, hombre —Viniendo de aquel
hermafrodita, aquello de «hombre» parecía algo
más que una familiaridad debida a la impaciencia:
era casi una acusación, la de ser parcial, una media
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