Page 162 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Existen retratos que cautivan a quien los contempla
y no lo dejan marchar. No importa desde qué ángulo
pueda uno contemplarlos: las personas representadas
nos miran siempre a los ojos, parecen vivas. Eso se
aplica, por ejemplo, a la Gioconda, pero otros trabajos
de Leonardo también persiguen secretamente con la
mirada a los visitantes que se hallan en el museo. Y no
ocurre tan sólo con Da Vinci: en cierto libro leí una vez
acerca de un pintor español no muy conocido que se
entregó al satanismo y estuvo a punto de terminar en la
pira por la sensación de vida que transmitían sus
retratos... ni más ni menos, pues, las personas a las que
pintaba morían al cabo de poco tiempo, y entonces sus
retratos parecían cobrar vida propia. Sí, creo que había
incluso quien pensaba que el pintor ofrecía la vida
eterna a quienes renunciaran a su cuerpo mortal y se
prestaran a quedar encerrados en uno de sus mágicos
lienzos. En cualquier caso, no le debieron de faltar
encargos al maestro español. No recuerdo ya cómo
terminaba la historia. Tal vez le sirviera de inspiración a
Oscar Wilde para su célebre Retrato... Un nativo
polinesio no pensaría que esa historia fuera ridícula o
inverosímil: si no me equivoco, en el día de hoy todavía
se niegan a hacer de modelo, e incluso a dejarse filmar.
Temen que la reproducción les robe sus fuerzas
vitales... En cualquier caso, el citado libro contenía unas
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