Page 166 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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asistencia de cuatro hombres mayores que él durante la
realización del sacrificio humano. Estos hombres recibían el
nombre de Chaac en honor de las cuatro divinidades de la
lluvia. Cada uno de estos Chaac retenía por una de sus
extremidades a la víctima que yacía sobre un altar especial,
mientras otro hombre, el Nacom (señor de la guerra) le abría
un profundo corte en el pecho. También participaba en este
culto el Chilam, una especie de chamán vidente que recibía
mensajes de los dioses en estado de trance. Habitualmente los
sacerdotes reunidos interpretaban sus profecías.
Se sacrificaban prisioneros y esclavos, pero, sobre todo,
niños (nacidos fuera del matrimonio o huérfanos que se
adquirían con ese fin). El hábito de no sacrificar animales,
sino seres humanos, había quedado implantado en Yucatán
desde los tiempos de la conquista por los belicosos toltecas. En
estas importantes ceremonias se empleaban altares
sacrificiales que se hallaban en edificios cultuales, sobre todo
templos en forma de pirámide.
La realización de estos rituales quedaba estrictamente
regulada en el calendario —en este caso, un ciclo de 260
días— y las ceremonias estaban cargadas de un significado
simbólico. Solían figurar en ellas los números 4, 9 y 13, así
como indicaciones de color que estaban asociadas a las
direcciones del cielo. No cabe la menor duda de que los
rituales más importantes estaban relacionados con el inicio
del Año Nuevo.
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