Page 283 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
P. 283
D Dm mi it tr ry y G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y S Su um me er rk ki i ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )
No soy creyente. Debo de haber entrado en una
iglesia unas diez veces en mi vida, y solamente —pese a
los reproches de monaguillos indignados— para sacar
un par de fotos. Jamás en mi vida he encendido una
vela para tranquilizar mi conciencia. El aroma a
incienso me marea, y cuando veo mucho oro junto me
vienen a la cabeza las gruesas cadenas de mafioso que
se ponen nuestros nuevos ricos, que no tienen pasión
más grande que ostentar su propio lujo. ¿Qué más
queréis que os diga? He tratado honradamente de leer
el Antiguo y el Nuevo Testamento, pero —con gran
vergüenza por mi parte— abandoné la lectura al cabo
de pocas páginas, porque me aburría. Nunca jamás he
pintado huevos de Pascua y he ayunado todavía
menos. Todos los santos de la Iglesia ortodoxa han
prescindido de mí desde hace tiempo. No me lanzan ya
miradas interrogadoras desde sus pesados iconos,
cuando entro en una iglesia por distracción o
casualidad.
Si por cobardía me hubiera provisto de un crucifijo,
o de un icono del arcángel san Miguel, no habría sido
otra cosa en mis manos que una figura de madera o de
plástico, igual que el pequeño Buda de bronce que
acumulaba polvo sobre el armario de mi habitación. El
manso Jesucristo, que por tercer milenio agoniza entre
Página 283

