Page 80 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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parajes por los que habían ido mis españoles. En vano:
todo el territorio del actual estado mexicano de
Campeche —esto es, el tercio occidental de la península
de Yucatán— estaba deshabitado. Había que
desplazarse a varios centenares de kilómetros hacia el
sur, hasta la frontera con Guatemala, no lejos del lago
Petén‐Itzá, para hallar los asentamientos más cercanos.
Pero, para llegar hasta allí, habrían tenido que tomar
otro camino. En cambio, los indios habían guiado a la
tropa hasta las profundidades de la selva virgen.
Me decidí a examinar con mayor atención los
capítulos de Kümmerling donde se hablaba de las
famosas ciudades mayas de la Antigüedad. Y en ellos
encontré información significativa, aunque el autor la
diera de pasada, como presuponiendo que un hombre
culto tenía que estar ya al corriente.
Las ciudades de los mayas estaban todas ellas
abandonadas y desiertas. Pero no eran los españoles
quienes las habían destruido. Cuando éstos llegaron a
Yucatán, los magníficos palacios, las orgullosas
pirámides construidas con bloques de piedra caliza, se
encontraban ya en ruinas. Chichén‐Itzá, Uxmal, Petén,
Palenque y docenas de metrópolis menos conocidas
habían sido abandonadas de la noche a la mañana por
sus habitantes y fueron presa de una decadencia
gradual. Las lianas y el musgo habían recubierto por
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