Page 180 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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estado casi tres meses en el sótano y nunca le
ocurrió nada parecido. ¿Era a causa de su tamaño?
¿Era porque cuanto más pequeño se volvía, más
peligrosa era la vida para él?
Se encaramó lentamente hasta la pared y
caminó a lo largo de la repisa de metal, para llegar
a la pata. Dio un puntapié a las escasas y diminutas
migas de galleta que aún quedaban allí, y se deslizó
por la pata con lentos y cuidadosos movimientos
hasta llegar a la superficie de la plataforma de
cemento. Jueves. Jueves. La lengua se movía en su
boca como un pedazo de tela seca. Necesitaba
beber.
Bajó de la plataforma y miró dentro del dedal.
Vacío. Y toda el agua del suelo se había filtrado a
través de los agujeritos del cemento. Permaneció
con la vista fija en las profundidades del dedal. Eso
significaba que debería descolgarse por el
interminable hilo hasta el otro dedal, que estaba
bajo el depósito de agua. Lanzó un suspiro de
resignación y se acercó a la regla.
Diez milímetros.
Impasiblemente, como si se tratara de hacer
algo que había planeado con anterioridad y no la
consecuencia de un asco repentino, dio un empujón
a la regla, que se apoyó en uno de los cantos. Estaba
harto de medirse.
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