Page 184 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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infantil reacción de «castigaré al mundo
muriéndome». Necesitaba agua. En el dedal estaba
la única agua disponible. O bien la obtenía o bien se
moría, y él no pensaba dejarse morir sin luchar.
Haciendo rechinar los dientes, dio una vuelta en
busca de algún guijarro. «¿Por qué sigo adelante?»,
se preguntó por centésima vez. «¿Por qué me
esfuerzo tanto? ¿Por instinto? ¿Voluntad?». En
cierto modo, aquel constante asombro ante sus
propias motivaciones era lo más exasperante de
todo.
Al principio no encontró nada. Se movió en las
sombras, murmurando para sí. ¿Y si había allí
alguna otra araña? ¿Y si había…?
Habría sido mucho mejor que su cerebro
hubiese perdido sus tóxicas introspecciones desde
hacía tiempo. Habría sido mucho mejor terminar su
vida como un verdadero insecto, en vez de ser
plenamente consciente de cada uno de los escalones
que bajaba. Lo peor no era el hecho en sí de
menguar, sino la conciencia de que estaba
menguando.
A pesar de sentirse hambriento y sediento, esta
idea le detuvo. Permaneció inmóvil en las frías
sombras, dándole vueltas en su mente.
Era cierto. Se había dado cuenta una vez,
momentáneamente, y lo había olvidado de nuevo.
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