Page 185 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Se  hundía  en  lo  físico.  Pero  era  cierto.  Mientras


            dispusiera  de  mente,  él  era  único.  Aunque  las


            arañas  fueran  más  grandes  que  él,  aunque  las


            moscas y los mosquitos pudiesen darle sombra con


            sus  alas,  él  seguía  teniendo  su  mente.  Su  mente


            podía  ser  su  salvación,  del  mismo  modo  en  que


            había sido su condenación.



                   Casi se elevó del suelo cuando la bomba empezó


            a funcionar.


                   Con  una  exclamación  ahogada,  se  pegó  a  la


            pared  de  la  caverna  y  se  tapó  los  oídos  con  las


            manos. El ruido parecía venir en ondas físicamente


            tangibles, que le ataran allí. Pensó que sus tímpanos


            iban a estallar. A pesar de la fuerza que hacía con


            las manos, el atronador estrépito penetraba en su


            cabeza.  No  podía  pensar.  Como  una  bestia  sin



            inteligencia,  se  pegó  a  la  pared,  con  el  rostro


            contorsionado y los ojos llorosos a causa del dolor.


                   Cuando,  finalmente,  la  bomba  dejó  de


            funcionar, se dejó caer en el suelo como un guiñapo,


            con los ojos medio cerrados y la boca entreabierta.


            Tenía  el  cerebro  aterido  e  hinchado.  Las


            extremidades seguían temblándole.



                   Oh,  sí  —se  burló  débilmente  su  mente—.  Sí,


            mientras puedas pensar, eres único.


                   —Tonto —murmuró—. Tonto, tonto, tonto.


                   Al  cabo  de  un  rato  se  levantó  y  reanudó  la






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