Page 210 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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muchacha no se le ocurra visitar el sótano.
Él no dijo nada.
Mientras Louise se aseguraba de que tenía todo
lo que necesitaba, se inclinaba para darle un
pellizco en la mejilla y volvió a subir las escaleras
para cerrar la puerta, Scott permaneció inmóvil en
el centro de la habitación. La miró salir por la
ventana, con la falda pegada a sus torneadas
piernas a causa del viento.
Cuando se hubo ido, permaneció inmóvil, con
la mirada fija en el lugar por donde ella había
desaparecido. Sus diminutas manos se abrían y
cerraban sin cesar. Sus ojos eran inexpresivos.
Parecía absorto en sombríos pensamientos, como si
reflexionara sobre los relativos méritos de la vida y
de la muerte.
Al cabo de un rato recobró la conciencia de lo
que le rodeaba. Lanzó un profundo suspiro y miró
en torno. Alzó brevemente las palmas de las manos
en un gesto de irónica rendición y las dejó caer con
fuerza sobre los muslos.
—Magnífico —dijo.
Trepó a la silla con el libro en las manos. Lo
abrió donde el marcador de cuero decía «Aquí es
donde me quedé dormido», y empezó a leer.
Leyó el párrafo dos veces consecutivas. Después
dejó caer el libro sobre sus piernas y pensó en
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