Page 250 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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esponja!  ¿Por  qué  no  podía  romper  un  pequeño


            fragmento, empaparlo en el agua de la manguera y


            llevarlo en su excursión? Claro que gotearía, pero


            gran parte del agua se mantendría en la esponja, la


            suficiente para sus necesidades.


                   No se permitió reflexiones acerca de la araña.


            No se permitió reflexiones acerca del hecho de que



            sólo le quedaban dos días, a pesar de todo lo que


            hiciera. Estaba demasiado absorto en los pequeños


            triunfos  de  detalles  conquistados  y  en  el  gran


            triunfo de la desesperación conquistada, como para


            dejarse abatir nuevamente por tristes conclusiones.


                   Así  pues,  todo  estaba  dispuesto.  Llevaba  el


            alfiler cruzado sobre la espalda, las migas de galleta


            y la esponja empapada de agua en la túnica, y el


            alfiler  doblado  que  le  serviría  de  gancho  para



            escalar.


                   Al cabo de media hora se dispuso a iniciar la


            ascensión.  Aunque  ya  estaba  cansado  debido  al


            tremendo esfuerzo requerido para doblar el alfiler


            (lo  había  logrado  empujando  la  punta  bajo  el


            bloque de cemento y tirando de la cabeza), cortar y


            arrancar  un  fragmento  de  esponja,  ir  a  buscar  el



            agua  y  las  galletas  y  llevarlo  todo  al  pie  del


            precipicio,  se  encontraba  demasiado  satisfecho


            para  preocuparse.  Estaba  vivo,  tenía  ante  sí  una


            finalidad. El  suicidio se había  convertido  en  algo






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