Page 31 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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yodo radiactivo y agua saturada de bario; harto de


            radiografías  y  cultivos  de  sangre,  y  contadores


            Geiger  en  la  garganta,  y  de  que  me  controlen  la


            temperatura un millón de veces al día. Tú no has


            pasado por eso; no sabes lo que es. Es como una…


            una Inquisición. ¿Y con qué fin? No han encontrado


            nada.  ¡Nada!  Y  nunca  lo  harán.  ¡Y  no  quiero



            deberles miles de dólares por no haber encontrado


            nada!


                   Se dejó caer sobre el asiento y cerró los ojos. La


            ira no resultaba satisfactoria cuando estaba dirigida


            a un sujeto que no la merecía. Pero no desaparecería


            sólo por eso. Ardía como una llama en su interior.


                   —No habían terminado, Scott.


                   —Las facturas no te importan —dijo él.


                   —Me importas tú —contestó ella.



                   —¿Y quieres decirme quién es el entusiasta de


            la «seguridad» en este matrimonio? —preguntó él.


                   —Eso no es justo.


                   —¿De  verdad?  ¿Qué  es  lo  que  nos  trajo  aquí


            desde  California,  en  primer  lugar?  ¿Yo?  ¿Porqué


            decidí que tenía que entrar en el negocio de Marty?


            Yo  era  feliz  allí.  No  hubiera…  —aspiró



            profundamente  y  dejó  que  se  le  vaciaran  los


            pulmones—.                     Olvídalo              —dijo—.                Lo         siento,


            perdóname. Pero no voy a volver.


                   —Estás  furioso  y  dolido,  Scott.  Por  eso  no






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