Page 301 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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demás ocasiones, el bicho había parecido sentir su
presencia. Indudablemente le recordaba, y lo más
probable era que además le odiase. Lo que sí era
seguro es que él la odiaba a ella.
Clavó la lanza en la arena y rompió un duro
trozo de pan, mordió una esquina y empezó a
masticar. Tenía buen sabor. Al cabo de unos
minutos volvió a sentir apetito, y después de comer
un poco más, el apetito se convirtió en voracidad.
Aunque no logró relajarse completamente, se
encontró rompiendo un pedazo de pan tras otro e
hincando rápidamente los dientes en ellos. No se
había dado cuenta antes, pero había echado en falta
aquel pan. Las galletas no habían sido lo mismo.
Cuando tuvo el estómago bien lleno, se acabó el
agua. Después, tras un momento de vacilación, tiró
el fragmento de esponja. Había servido para su
propósito. Recogió la lanza y rompió un pedazo de
pan que le doblaba en tamaño. Más que suficiente, le
dijo su mente. Hizo caso omiso de ella.
Hundió el gancho en el trozo de pan y lo
arrastró lentamente hasta el precipicio, formando
un trazo en la arena. En el borde del precipicio
desclavó el gancho y, sosteniendo el enorme
pedazo, lo empujó por encima del margen.
El pan revoloteó por los aires, perdiendo
mientras caía minúsculos fragmentos que se
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