Page 317 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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y averiguar lo que había tocado, vio un fragmento
de piedra sobre la arena.
Lo cogió y cerró la mano a su alrededor,
sintiendo que el nudo del estómago se hacía más
fuerte. Su pecho subía y bajaba a impulsos de su
entrecortada respiración. Su mirada volvió a
clavarse en el hinchado cuerpo de la araña.
Se puso rápidamente en pie, con los dientes
apretados. Dio una vuelta en torno suyo y encontró
otros nueve fragmentos de piedra similares al
primero. Los dejó todos encima de la arena, frente
a él.
Al otro lado del desierto, la estufa se puso
ruidosamente en marcha. Se protegió del estrépito
tapándose los oídos con las manos. La arena se
estremeció bajo sus pies. En la pared, la araña
pareció moverse, pero no era más que el ligero
temblor de la telaraña.
Cuando la estufa se hubo apagado, Scott cogió
una de las piedras, titubeó unos momentos y la
lanzó contra la araña.
Falló, pues la piedra revoloteó por encima del
oscuro cuerpo redondo y abrió un boquete en la
telaraña. Algunos de sus filamentos colgaron de los
bordes del agujero como cortinas balanceadas por
el viento. La araña dobló las patas y volvió a quedar
inmóvil.
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