Page 318 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Aún estás a salvo —le advirtió rápidamente el
subconsciente—. Aún estás a salvo. Por lo que más
quieras, ¡aléjate de aquí!
Con los músculos del estómago como tablones
de madera, cogió la segunda piedra y la lanzó
contra la araña.
Volvió a fallar. Ésta vez la piedra cayó sobre la
telaraña, que se balanceó un poco, cedió
ligeramente bajo su peso y descendió unos
milímetros. La araña se acomodó sobre los hilos.
Estiró las patas y volvió a quedar inmóvil.
Ahogando una maldición, Scott cogió la tercera
piedra y la tiró. Ésta vez, tras describir un arco por
los aires, fue a rebotar sobre la espalda de la araña.
La araña dio un salto. Pareció mantenerse
suspendida en el aire y después volvió a caer
encima de la telaraña, como un peso muerto. Scott
cogió otra piedra y la tiró, cogió otra y volvió a
tirarla, medio horrorizado y medio dominado por
una enloquecedora furia. Las piedras cayeron sobre
la gelatinosa telaraña y una de ellas abrió un
segundo agujero en la tela.
—¡Vamos! —gritó súbitamente con toda la
potencia de su voz—. ¡Vamos, maldita!
Entonces la araña se descolgó por los hilos, con
el cuerpo temblando sobre sus patas. Un nuevo
grito murió en la garganta de Scott. Tras llenarse los
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