Page 316 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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contemplaba  la  gigantesca  araña.  Entonces


            comprendió la razón por la que no la había visto en


            todo el día: debajo de su cuerpo inmóvil, colgando


            de  la  telaraña,  había  un  gran  escarabajo


            parcialmente comido.


                   Scott  sintió  náuseas.  Cerró  los  ojos  y  aspiró


            profundamente. El aire parecía impregnado de olor



            a muerte.


                   Abrió  rápidamente  los  ojos.  La  araña  no  se


            había  movido.  Seguía  inmóvil,  semejante  a  una


            reluciente mora que flotase en un vaso de vino.


                   Siguió temblando, sin apartar los ojos de ella.


            Era evidente que no podía subir a buscarla. Aunque


            tuviese el valor de hacerlo, la telaraña le atraparía


            igual que al escarabajo.


                   ¿Qué  podía  hacer?  El  instinto  le  aconsejaba



            alejarse  antes  de  ser  visto,  tal  como  se  había


            aproximado.  Incluso  retrocedió  unos  cuantos


            metros antes de detenerse.


                   No. Tenía que hacerlo. Era insensato, irracional


            y  absurdo,  pero  tenía  que  hacerlo.  Se  agachó,


            alzando  la  vista  hacia  la  enorme  araña,  mientras


            pasaba inconscientemente las manos por encima de



            la  arena.  Éstas  tropezaron  con  algo  duro,  y  las


            apartó en seguida. Estuvo a punto de caerse hacia


            atrás, y lanzó un grito. Entonces, mirando hacia un


            lado y otro para ver si la araña le había oído gritar






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