Page 88 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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pequeño paso de baile y la americana se hinchó, al


            tiempo que los bordes de las mangas se agitaban.


            Chillando  como  si  le  volviese  loco  el  panorama,


            empezó  a  darse  espasmódicos  golpes  en  las


            piernas,  que  tenía  dobladas  para  amortiguar  su


            dolor de estómago. Su risa se traducía en cortas y


            explosivas carcajadas. Apenas podía mantenerse en



            pie.


                   ―¡Me veo ridículo!


                   Hizo oscilar nuevamente la manga, y ésta cayó


            de pronto junto a su costado, mientras él reía y daba


            patadas en el suelo, haciendo un ruido sordo que


            empeoraba  su  histeria.  Se  retorció  en  el  suelo,


            agitando las extremidades, con la cabeza rodando


            de un lado a otro y la risa ahogada saliendo de sus


            labios hasta que estuvo demasiado débil para reír.



            Entonces  permaneció  tendido  sobre  la  espalda,


            inmóvil,  jadeante,  con  el  rostro  mojado  por  las


            lágrimas, y sin dejar de sacudir el pie derecho.


                   ―Me veo ridículo…


                   Y pensó, al parecer con absoluta tranquilidad,


            en ir al cuarto de baño, coger la navaja de afeitar y


            abrirse las venas. Se preguntó por qué seguía allí



            tendido,  mirando  al  techo,  si  todo  se  hubiese


            solucionado con ir al cuarto de baño, coger la navaja


            de afeitar y…


                   Se deslizó por el hilo, grueso como una cuerda,






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