Page 91 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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furia.


                   No  tuvo  tiempo  de  pensar  otra  cosa.  Todo  lo


            demás desapareció en las salvajes fauces del pánico.


            La pierna había dejado de dolerle, y el cansancio se


            había            desvanecido.                    Únicamente                    el       terror


            permanecía inmutable.


                   Salió por la abertura del otro lado del bloque de



            cemento,  y  echó  una mirada hacia atrás, sobre  la


            sombra  de  la  araña  en  el  túnel.  Después,  con  un


            profundo  suspiro,  empezó  a  correr  hacia  el


            depósito de combustible. Sería inútil tratar de llegar


            al montón de troncos; la araña le alcanzaría mucho


            antes.


                   Corrió  hacia  la  gran  caja  de  cartón  rota  que


            había  debajo  del  depósito,  sin  saber  lo  que  haría


            cuando               estuviera                allí,         pero           dirigiéndose



            instintivamente  hacia  un  refugio.  Había  algunos


            trapos  dentro  de  la  caja;  quizá  pudiera  ocultarse


            debajo  de  ellos  y  ponerse  fuera  del  alcance  de  la


            viuda negra.


                   Ésta vez no miró hacia atrás; no había necesidad


            de hacerlo. Sabía que el enorme y abultado cuerpo


            de  la  araña  avanzaba  irregularmente  por  el



            cemento, llevado por las largas patas negras. Sabía


            que, sólo gracias a que le faltaba una de esas patas,


            le quedaban posibilidades de llegar a la caja antes


            que ella.






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