Page 90 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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de  césped  y  la  enorme  escalera,  atravesando  la


            inmensa  llanura  parcialmente  iluminada  en


            dirección al calentador de agua.


                   Durante  los  últimos  doce  metros  avanzó  de


            espaldas, inclinado sobre el paquete y sin cesar de


            gruñir mientras arrastraba el fardo de comida. Al


            cabo  de  pocos  minutos  estaría  en  su  caliente  y



            cómodo lecho, alimentado y resguardado. Con los


            dientes  apretados  en  un  esfuerzo  súbitamente


            gozoso,  empujó  el  paquete  hasta  la  base  de  la


            plataforma  de  cemento.  Todavía  valía  la  pena


            luchar por la vida. El más simple de los placeres


            físicos  podía  justificar  el  combate.  Comida,  agua,


            calor. Dio media vuelta lleno de felicidad.


                   Lanzó un grito.


                   La gigantesca araña se hallaba en el borde de la



            plataforma,  esperándole.  Sus  ojos  se  encontraron


            durante un efímero instante. El permaneció inmóvil


            a  los  pies  del  bloque  de  cemento,  mirando  hacia


            arriba con supremo terror.


                   Entonces las largas patas negras se movieron y,


            con un gemido ahogado, Scott se introdujo en uno


            de  los  dos  pasadizos  abiertos  en  la  plataforma.



            Mientras se adentraba a todo correr por el húmedo


            túnel, oyó que la araña caía pesadamente al suelo


            detrás de él.


                   «¡No es justo!», le gritó su mente con desolada






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