Page 96 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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comida se acabaría a los dos días, las dificultades
para obtener agua serían cada vez mayores, tendría
que seguir reformando su ropa, seguiría sin poder
escapar del sótano, y —lo peor de todo, siempre allí,
atenazándole constantemente— el miedo a lo que
iba a ocurrirle entre la noche del sábado y la
mañana del domingo no le dejaría vivir en paz.
Se puso en pie con esfuerzo y palpó a su
alrededor, hasta encontrar una esquina de la tapa
de la caja. La arrastró hasta centrarla y la dejó caer
en su sitio, después de lo cual volvió a tenderse en
la oscuridad. «¿Y si me ahogo?», pensó. No le
importó demasiado.
Había estado corriendo desde el mismo
principio de todo aquello. Corriendo físicamente,
para huir del hombre y de los muchachos, del gato,
del pájaro y de la araña, y —una huida todavía
peor— de sus propios pensamientos. Corriendo
para huir de la vida, de sus problemas y sus
temores; retrocediendo, escabullándose, evitando
enfrentarse con nada, rindiéndose, renunciando,
entregándose.
Seguía viviendo, pero… ¿era aquello una vida
real, o una simple supervivencia instintiva? Sí,
seguía luchando para conseguir comida y agua,
pero ¿no era eso inevitable, si había elegido seguir
viviendo? Lo que él quería saber era esto: ¿era una
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