Page 115 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 115
La penúltima verdad Philip K. Dick 115
para vosotros lo que os pertenece, y os lo guardamos
provisionalmente tan sólo. Pero todo cuanto está aquí
arriba desaparecerá a vuestro regreso. E incluso
desaparecerá el mismo recuerdo de los que estamos aquí
arriba ahora. ‐Y el simulacro de Yancy terminó con estas
palabras‐: Y vosotros no podréis ni siquiera maldecirnos,
porque ni siquiera recordaréis nuestra existencia.
Dios mío, pensó Adams. ¡Y este hombre quiere ver mi
discurso!
Al observar la reticencia que demostraba Adams a
entregárselo, David Lantano le dijo con voz tranquila:
‐Como decía, te he observado, Adams. No hace falta que
te hagas el modesto.
‐No es eso ‐repuso Adams‐. Como sabes, lo máximo que
yo he tratado de hacer, y reconozco que no estaba mal,
aun no siendo suficiente... lo que yo trataba de hacer era
calmar sus dudas. Es decir, en cuanto al sentido de la
situación en que se encuentran. Pero tú... santo cielo, lo
que tú haces no es decirles sencillamente que deben vivir
allí abajo, sino que esto es una maldición, una injusticia y
un mal temporal. Hay una enorme diferencia entre
utilizar a Yancy como yo hago, para convencerles de que
es mejor que sigan ahí porque aquí en la superficie la vida
es aún peor, por estar la Tierra infestada de gérmenes,
radioactividad y muerte, y lo que tú has hecho; tú le haces
una promesa solemne, has adquirido un compromiso con
ellos, les has dado tu palabra... la palabra de Yancy,
115

