Page 116 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 116
diciéndoles que algún día todo encontrará su
justificación.
‐Bien ‐musitó Lantano mansamente‐, la Biblia dice: «Es
Dios quien justificará». O algo parecido; no recuerdo las
palabras exactas.
Parecía cansado, más cansado aún que Lindblom; todos
los de su clase estaban cansados. Qué gran peso, pensó
Adams, es llevar la vida tan lujosa que llevamos. Como
nadie nos hace sufrir, hemos elegido presentarnos
voluntarios. Esto fue lo que vio en la cara de Lantano,
como lo había visto en la de Verne Lindblom, o un estado
de ánimo parecido. Pero no en la de Brose, se dijo de
pronto. El hombre dotado de mayor poder y
responsabilidad es el que se siente menos abrumado de
todos nosotros... si es que su corazón abriga algún
sentimiento.
No era extraño que todos temblasen; no era extraño que
sus noches fuesen malas. Todos ellos servían ‐y lo sabían
perfectamente‐ a un amo perverso.
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Con su discurso aún, al parecer eternamente, en su
cartera, sin habérselo mostrado a David Lantano ni
haberlo procesado a través del Megavac 6‐V, Joseph
Adams tomó la transportadora horizontal rápida para
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