Page 114 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 114
lo cubría. Y nunca volvió a ver el salón cálido e
iluminado, lleno de vida y algazara. Y... ‐al llegar aquí, el
simulado Yancy, con toda su altiva dignidad, con el peso
y la autoridad de sus palabras escuchadas por millones
de seres humanos en centenares de tanques hundidos
bajo la tierra de todo el mundo, dijo‐: Mis queridos
conciudadanos que vivís en los refugios subterráneos,
vosotros ni siquiera habéis tenido ese momento de luz.
No podéis recordar, esperar ni disfrutar ese breve vuelo
a través del salón iluminado. Por breve que fuese, teníais
derecho a él. Sin embargo, a causa de la terrible locura
que se desencadenó hace quince años, por culpa de esas
tinieblas infernales, estáis condenados. Día a día, expiáis
la locura que os expulsó de la superficie, lo mismo que los
látigos de las furias arrojaron del Edén a nuestros
primeros padres, al principio de los tiempos. Y esto no es
justo. Aún no sé cómo, pero algún día, os lo aseguro,
dejaréis de estar marginados. La alienación de vuestra
realidad, la privación de la vida a la que tenéis derecho...
con la rapidez que según se dice acompañará a la primera
nota de la última trompeta, esta terrible calamidad, esta
injusticia será abolida. Cuando esto llegue, no ocurrirá de
modo gradual. Os arrojará a todos, os expulsará, aunque os
resistáis, a vuestra antigua tierra, que os está esperando
en la superficie, esperando que la reclaméis.
Norteamericanos todos, vuestra petición no ha sido
desoída y la tendremos en cuenta; nosotros guardamos
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