Page 131 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 131
La penúltima verdad Philip K. Dick 131
Acercó de nuevo los ojos a la pantallita y puso en
marcha la cinta.
La banda sonora reproducía la voz de las dos figuras
borrosas. Un fuerte zumbido de fondo ‐prueba de la gran
distancia a que actuaba el micrófono oculto empleado por
el «leal agente secreto»‐ hacía que resultase un poco difícil
entender lo que hablaban. Difícil, pero no imposible.
En la versión A, Roosevelt y Stalin hablaban en inglés:
el primero con su cultivado acento de Harvard, el
segundo con su tosco y gutural acento eslavo, que a veces
parecía el gruñido de un oso.
Así resultaba que se entendía mejor a Roosevelt. Y lo
que éste decía era importantísimo, pues estaba
admitiendo con toda franqueza, ya que ignoraba la
existencia del «micrófono oculto», que él, Franklin
Delano Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos, era...
un agente comunista, sometido a la disciplina del Partido.
Estaba traicionando a los Estados Unidos por orden de su
jefe, Josef Stalin, y éste le decía: «Sí, camarada.
Comprenderás cuáles son nuestras necesidades;
quedamos de acuerdo en que tú retendrás a los ejércitos
aliados en el Oeste para que nuestro Ejército Rojo pueda
penetrar profundamente en la Europa Central, hasta el
mismo Berlín, para establecer el predominio soviético por
lo menos hasta...» y entonces la voz gutural del jerarca
comunista se hacía ininteligible, porque los dos dirigentes
políticos quedaban fuera del alcance del aparato.
131

