Page 132 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   132


              Desconectando de nuevo la moviola, Joseph Adams dijo

           a Colleen:


              ‐A pesar de ese único defecto, Gottlieb hizo aquí una

           obra maestra. El actor que representaba a Roosevelt era

           un sosías perfecto, y el que encarnó a Stalin...


              ‐Pero no olvides el fallo ‐le recordó Colleen.

              ‐Sí.

              Era  un  fallo  garrafal,  el  peor  que  había  cometido


           Fischer; en realidad, el único verdaderamente grave entre

           todas las escenas falsas que componían la versión A.

              Josef Dugashvili, alias «Stalin», no sabía inglés. Y como


           no hablaba Stalin ese idioma, aquella escena nunca pudo

           tener  lugar.  La  escena  capital  de  toda  la  serie,  la  que


           acababa  de  ver  entonces,  era  un  fraude...  y  una  vez

           demostrado  que  lo  era,  demostraba  que  todo  el

           «Documental»  era  asimismo  un  fraude.  Un  fraude


           deliberado,  cuidadosamente  preparado,  construido  con

           el propósito de exonerar a Alemania y demostrar que no


           fue culpable de los actos realizados ni de las decisiones

           adoptadas  en  la  Segunda  Guerra  Mundial.  Porque  en

           1982, Alemania volvía a ser una potencia mundial y, lo


           que  era  más  importante,  un  miembro  principal  de  la

           comunidad  de  naciones  que  se  autotitulaban  «las

           Democracias Occidentales» o, más sencillamente, con la


           abreviatura  inglesa  de  Wes‐Dem,  pues  la  ONU  se

           desintegró  durante  la  Guerra  Iberoamericana  de  1977,







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