Page 137 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   137


           material de guerra a los puertos del norte de Rusia, serán

           comunicadas puntualmente al almirante Canaris, jefe de


           los Servicios de Información germanos, a fin de que los

           submarinos nazis puedan hundirlos durante la travesía

           del Atlántico. Recordarás las borrosas tomas hechas con


           teleobjetivo por aun camarada del Partido infiltrado entre

           el personal de la «Casa Blanca», donde aparecen Hitler y

           Roosevelt juntos en un sofá: Roosevelt le asegura a Hitler


           que no tiene por qué preocuparse; que los bombardeos

           aliados se harán de noche a fin de errar los objetivos, y

           que toda la información procedente de Rusia sobre planes


           militares, movimientos de tropas soviéticas y otros datos

           de  interés  será  conocida  por  Berlín  a  las  veinticuatro


           horas  de  llegar  dicha  información  a  Inglaterra  y  los

           Estados Unidos vía España.

              ‐Ambos hablan en alemán ‐dijo Colleen‐. ¿Es eso?


              ‐No ‐replicó él, colérico.

              ‐¿En ruso, pues, para que el público a que va destinado


           pueda entenderlo? Hace tanto tiempo que la vi.

              Adams dijo con aspereza:

              ‐El error técnico aparece durante la llegada de Hitler a


           la base secreta de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos

           en  las  cercanías  de  Washington  D.C.  Es  increíble  que

           nadie haya reparado en ello. En primer lugar, durante la


           Segunda  Guerra  Mundial  no  existió  ninguna  Fuerza

           Aérea de los Estados Unidos.

              Ella le miró asombrada.




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