Page 141 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 141
trabajo ha terminado. ‐Con estas palabras se levantó y
recogió los videotapes‐. Esto es lo que he averiguado. Esta
mañana oí un discurso hecho por un nuevo hombre de
Yance de veintitrés años, que me asustó, y luego pasé
estas dos versiones del Documental de Fischer, y ahora
voy a decirte lo que he averiguado.
Ella esperaba con expectación y una paciencia muy
femenina y maternal.
‐Ni siquiera Fischer ‐prosiguió Adams‐, que fue el más
grande de todos nosotros, podría haber competido con
David Lantano.
Esto era desde luego lo que había averiguado. Pero, y al
menos de momento, no estaba muy seguro de lo que
significaba.
No obstante, tenía un presentimiento. Cualquier día él
y los hombres de Yance en su conjunto, incluyendo en
ellos al propio Brose, lo descubrirían.
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Un aparatito muy sensible pero robusto que llevaba
sujeto a su escafandra, cuyo funcionamiento se basaba en
un principio parecido al del sonar, como una versión
terrestre del aparato empleado por los submarinos, avisó
a Nicholas Saint‐James, mientras seguía trabajando con la
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