Page 139 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 139
‐Pero la triquiñuela dio el resultado apetecido ‐continuó
Adams‐. El público de las democracias populares creyó a
pies juntillas en la veracidad de la cinta... ten en cuenta
que en 1982 estaban ya todos tan acostumbrados a los
reactores, que olvidaron que en 1942 sólo existían esos
aparatos llamados...
Se interrumpió, al no poder recordar el nombre.
‐Aeroplanos de hélice ‐dijo Colleen.
‐Me parece que empiezo a entender ‐dijo Adams‐ el
porqué de que la mónada maestra de los archivos me
haya remitido de nuevo a esta fuente originaria de
información. Quiso que volviese a ver la obra de Gottlieb
Fischer, el primer hombre de Yance; en realidad, el
inventor del imaginario Talbot Yancy. Pero que, por
desgracia, no vivió lo suficiente para ver al simulacro en
acción... y siendo utilizado por los dos grandes bloques
en que se divide el mundo. La mónada quería que viese ‐
prosiguió‐ que mis dudas sobre la calidad de mi obra son
infundadas. En realidad, excesivas, porque nuestra obra,
nuestro esfuerzo histórico colectivo se halla malogrado
desde su mismo comienzo, empezando por esos dos
Documentales. Cuando tú y yo nos proponemos trucar
algo, tú y yo y todos nosotros corremos el riesgo de
cometer algún error, tarde o temprano.
‐Sí ‐asintió ella‐. Somos seres humanos, y como tales,
imperfectos.
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