Page 140 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 140

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   140


              ‐Pero lo extraño ‐dijo Adams‐ es que David Lantano no

           me  ha  producido  esa  sensación.  Me  inspiró  temor,  y


           ahora sé por qué. Porque él es diferente. Es perfecto, o

           podría serlo. No como nosotros. ¿Y qué le hace ser así?

           No parece un ser humano.


              ‐Sabe Dios qué será ‐dijo Colleen, con nerviosismo.

              ‐No  digas  eso ‐la  reprendió  él‐.  Por  un  motivo  que

           desconozco, no me gusta mencionar a Dios en relación


           con David Lantano.

              Quizá sea, pensó, porque este hombre está tan cerca de

           las  fuerzas  de  la  muerte,  al  vivir  en  aquella  zona


           radiactiva,  bajo  los  efectos  cotidianos  de  los  rayos

           gamma.  Y  se  diría  que,  aunque  estos  rayos  lo  están


           matando,  al  mismo  tiempo  le  infunden  una  especie  de

           poder psíquico.

              Aquello le hacía darse cuenta de su propia caducidad,


           de  la  fragilidad  del  equilibrio  de  fuerzas  que,  a  nivel

           bioquímico, hacen posible la existencia del ser humano.


              Pero David Lantano había conseguido vivir en medio

           de aquellas fuerzas, e incluso beneficiarse de ellas. ¿Cómo

           lo  había  conseguido?  Lantano,  se  dijo,  tiene  acceso  a


           recursos que están fuera de nuestro alcance; únicamente

           me  gustaría  saber  cómo  lo  consigue,  y  también  me

           gustaría ser como él.


              Volviéndose a Colleen, dijo:

              ‐Como ya he averiguado lo que podían enseñarme estos

           dos Documentales de Fischer hechos en 1982, creo que mi




                                                                                                             140
   135   136   137   138   139   140   141   142   143   144   145