Page 154 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 154
Tuvo que esperar allí, de pie junto a los dos robots,
oyendo de nuevo toda la conversación; y durante todo el
tiempo no dejó de preguntarse: «Pero ¿qué pasa aquí?».
Cuando hubo terminado la grabación, ambos robots
conferenciaron.
‐No les ha dicho nada importante ‐dictaminó el robot
intacto.
‐Estoy de acuerdo contigo ‐repuso el robot dañado,
inclinando la cabeza‐. Pregúntale otra vez si sus
compañeros piensan subir.
Ambas cabezas de metal se volvieron hacia Nicholas,
para mirarle con intensidad:
‐Señor Saint‐James: ¿le seguirán a usted, ahora o luego?
‐No ‐contestó él con voz ronca.
‐El polígrafo ‐observó el robot dañado‐ confirma que
dice la verdad. Ahora díganos otra vez, señor Saint‐
James, qué se proponía usted al ascender por ese túnel
hasta la superficie. Insisto respetuosamente, señor, en que
nos lo diga: debe declarar qué hace aquí.
‐No ‐repuso él:
El robot dañado dijo entonces a su compañero:
‐Ponte en contacto con el señor Lantano y pregúntale si
tenemos que matar al señor Saint‐James o bien entregarlo
a la organización Runcible, o a los psiquiatras de Berlín.
Tu transmisor funciona; el mío ha sido destruido por el
arma del señor Saint‐James.
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