Page 159 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 159
La penúltima verdad Philip K. Dick 159
‐Lo que yo necesito es un artiforg ‐dijo él, tercamente,
como un disco rayado; no podía pensar en otra cosa‐.
Nuestro mecánico jefe...
‐Lo comprendo ‐dijo la voz retumbante, amplificada
por el megáfono‐. Pero le repito mi consejo: vaya usted a
Cheyenne. A pie tardará varias horas, y esta zona está
contaminada; es peligroso permanecer mucho tiempo en
ella. ¡Vaya, pues, a refugiarse en los sótanos de Cheyenne!
‐¿No quiere decirme quién es usted?
‐¿Para qué necesita saberlo?
Nicholas repuso:
‐Yo no «necesito saberlo». Pero me gustaría. Estaría más
tranquilo si le viera ‐hizo una pausa‐. Por favor, se lo
ruego ‐añadió.
Tras unos momentos durante los cuales el desconocido
debatió en su interior, sin duda, el partido a tomar, una
figura se mostró saliendo de detrás de un peñasco... tan
cerca estaba que Nicholas dio un salto: el refuerzo
mecánico de la voz había sido un truco técnico para
impedir la localización exacta del origen del sonido... y,
efectivamente, le había dado una impresión totalmente
falsa no sólo a él, sino incluso al robot.
La figura que apareció ante él era...
¡Talbot Yancy!
13
159

