Page 171 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 171
eso: se le prohibió ver el aparato por dentro, ¿no es cierto,
Verne? Tengo cada fallo de memoria...
Estólidamente, Verne replicó:
‐Se me permitió examinarlo, pero sin tocar nada.
‐Comprendo que eso moleste a un artesano como Verne
‐dijo Brose a Adams‐. Tener que limitarse a mirar; con lo
que a él le gusta tocar las cosas con sus dedos ‐soltó una
risita‐. Debió usted pasar un mal rato, Verne, al
contemplar esos prototipos supermodernos de armas que
nunca llegaron a fabricarse, que jamás salieron de las
cadenas de montaje de nuestras fábricas ni de las
soviéticas. Bien, algún día mi cerebro dejará de
funcionar... por la arteriosclerosis o cualquier otro fallo,
por un derrame o un tumor, y entonces usted podrá ser
el primero de todos los hombres de Yance y ocupar mi
puesto. Entonces nada le impedirá visitar la sección de
prototipos avanzados del archivo de armamentos, y
pasarse todo el día, si quiere, acariciándolos y tocándolos
con los dedos.
Guardando una respetuosa distancia, Robert Hig
intervino para decir:
‐Me gustaría verificar algunos extremos, señor Brose.
Veamos: yo encuentro uno o dos de esos objetos,
completamente oxidados y casi destruidos, por supuesto.
¿Debo identificarlos como de origen extraterrestre,
cuando se los enseñe al señor Runcible?...
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