Page 187 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 187

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   187


           todavía es muy radioactivo. Sin embargo, ya ha venido a

           ocuparlo un hombre de Yance, a pesar de que esto es muy


           peligroso. Se propone quedarse aquí si la radiación no lo

           mata antes; entonces esto quedará de su propiedad y él

           será el dóminus.


              Nicholas dijo:

              ‐David Lantano.

              ‐El  mismo ‐Blair  le  dirigió  una  mirada  de  asombro‐.


           ¿Cómo lo sabías?

              ‐Los  dos  robots  que  quisieron  detenerme  llevaban  su

           nombre en el pecho ‐repuso Nicholas.


              ‐¿Y se proponían matarte?

              Nicholas asintió.


              Los  cuatro  barbudos  cambiaron  unas  miradas  de

           aprensión y desconcierto.

              ‐¿Estaba Lantano en su villa? ¿Lo autorizó?


              ‐No ‐repuso  Nicholas‐.  Ellos  intentaron  ponerse  en

           contacto con él, sin conseguirlo. Entonces decidieron por


           su cuenta.

              ‐Son unas máquinas estúpidas ‐dijo Blair, lanzando una

           maldición‐.  Lantano  no  se  lo  habría  permitido:  estoy


           seguro de ello. Le habría causado un gran disgusto. Pero

           esos robots han sido construidos para matar: quiero decir

           que muchos de ellos son veteranos de guerra, o sea, que


           tienen el reflejo condicionado de destruir la vida; a menos

           que  su  dueño  les  ordene  lo  contrario.  Tú  has  tenido







                                                                                                             187
   182   183   184   185   186   187   188   189   190   191   192